
La Palma
101 – 20 de agosto de 2020
Mi comentario de hoy
Los propagandistas
Los has leído. Seguramente los sigues en las redes sociales. Llamarlos «influencers» es como mucho, es servir a su vanidad, sobrestimando el alcance y el valor de sus opiniones. Son los propagandistas.
Están haciendo su trabajo. No el de periodistas, analistas o expertos, sino el de propagar tesis prehechas y difundir relatos, también prehechos, en alguno de estos salones con nombres místicos como «war room» o «sala situacional», en los que, tras escuchar a los «estrategas», los jefes piensan por un segundo y dictan «llámate a fulano para que tuitee esto. Pásaselo por Telegram que WhatsApp no es tan seguro». En criollo, están chambeando.
Es práctica común. Parece que fue ayer cuando los mismos jefes contrataban a profetas 2.0 y celestiales cuentas de nombres escatológicos. Artículos de opinión escritos por encargo y escandalosas «notas de prensa», «colocadas» con precisión en portales inventados -y financiados- por ellos son parte de la movida. Nada nuevo bajo el sol.
Por eso son acríticos, los propagandistas. No cuestionan las narrativas, como la del todopoderoso artículo 233 de la Constitución, con el que sustentan lo insostenible. Es obvio que no lo han leído. No está en el contrato. No retan las incongruencias. No es «mal periodismo». Ese no es su trabajo, al menos no en este «proyecto». Son propagandistas.
Su más reciente misión -y decidieron aceptarla- es la de torpedear la participación popular. Sus jefes, los de la cúpula, no creen en eso. Son ellos, dicen ellos, los que deben decidir, no una gente «ignorante» y «ciega» que «no despierta». En esa línea, esgrimen argumentos, algunos a partir de medias verdades o medias mentiras, otros tan disparatados que no cuidan ni siquiera el disimulo. Porque, por supuesto, la chamba exige discreción. Esa es la gracia. Por donde van, lo que les falta decir es que no hay que votar hasta que no devuelvan a su cargo a Tibisay Lucena, legítima y luminosa autoridad electoral.
No están cumpliendo una labor política. Lo suyo no es un tema de convicciones. Es una cuestión mercantil, transaccional. La cosa está dura y no está como para perder clientes. Están haciendo su trabajo, los propagandistas.
Están chambeando.
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La polarización extrema ha significado la cooptación de los principales medios de comunicación. La Palma es un espacio que ofrece una visión crítica detrás de algunos de los principales titulares diarios, en un formato sucinto.
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