
La Palma
099 – 14 de agosto de 2020
Mi comentario de hoy
El refrito
Aquí vamos de nuevo… Dos símiles ilustran la política venezolana de los últimos veinte años: la película El Día de la Marmota, en la que Bill Murray interpreta a un personaje condenado a revivir, una y otra vez, el mismo día; y el de una caminadora, esa máquina de ejercicio sobre la cual se corre de manera estática, sin avanzar un centímetro.
Una vez ratificada su apuesta por la nada, los sectores abstencionistas del G4 y sus aliados anunciaron que anunciarán (otra vez) un «gran pacto unitario». Es el refrito del Frente Amplio, que no fue tal, pero también de sus ancestros: la MUD y la Coordinadora Democrática. ¿Qué nombre le pondrán?
Nada nuevo bajo el sol. El mismo yo-con-yo y el mismo refrito. Creen que el asunto es de “branding” y están convencidos, en su soberbia, de que su única falla ha sido “comunicacional”. La “sociedad civil” (que, como “la” oposición, es más diversa de lo que el artículo determinado sugiere), protestó que el “gran pacto unitario” parte con una pata coja: los convocaron para informarles, no para consultarles, menos para construir con ellos la propuesta. Genio y figura. La razón es sencilla: una élite soberbia que no cree en aliados sino en subalternos, que no ve las alianzas desde las relaciones horizontales entre movimientos y sectores, sino desde la imposición y para la sumisión.
Han extraviado el perol. Hace mucho tiempo. Y en lugar de emprender su búsqueda, se adentran más en el monte porque, por supuesto, primero muertos que bañados en la sangre de admitir que están equivocados, que acusar el error. Por eso insisten, no sólo en el refrito, sino en sus ejes principales: la exclusión, la soberbia y la fantasía.
¿Cuándo empezó este ciclo sin fin? Quizás un día como hoy, hace 16 años, aquel 14 de agosto, cuando los mismos que están ahí, con las mismas caras, anunciaron un «fraude» que no fue tal, dando inicio a la política del avestruz, enterrando la cabeza en la tierra y privilegiando el aplauso de las gradas sobre hacer frente y encarar la realidad.
¿Hasta cuándo lo mismo? ¿Y hasta cuándo el chantaje emocional y la exigencia a cerrar filas en una solidaridad automática ajena a toda rendición de cuentas? «Al menos se está haciendo algo» no es argumento frente a la magnitud del fracaso, y menos cuando ese «algo» en lugar de acercarnos al cambio dinamita toda posibilidad de alcanzarlo, haciéndonos volver, una y otra vez, al primer paso, como el despertador de Bill Murray en aquella película, que todos los días a las 6 de la mañana sonaba, con la misma canción en la misma estación de radio, advirtiendo que se venía, también, la repetición de la misma jornada, con los mismos resultados.
Por ahí no es.
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La polarización extrema ha significado la cooptación de los principales medios de comunicación. La Palma es un espacio que ofrece una visión crítica detrás de algunos de los principales titulares diarios, en un formato sucinto.
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