
La Palma
086 – 21 de julio de 2020
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La polarización extrema ha significado la cooptación de los principales medios de comunicación. Este espacio ofrece una visión crítica detrás de algunos de los principales titulares diarios, en un formato sucinto.
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Mi comentario de hoy
Elecciones y pandemia
La semana pasada discutimos cómo el Covid-19 se ha convertido en el nuevo argumento del abstencionismo para que no haya elecciones. Los promotores de la abstención, rotulados por la propaganda, absurdamente, como la oposición «democrática» a pesar del golpismo y el anti-electoralismo, dicen que no hay que hacer nada, que hay que parar todo, que hay que confiar en que aquí va a «pasar algo» y que no depende de los venezolanos activar el cambio político y económico que es hoy un clamor popular sino de un «algo» incorpóreo, que suele tomar la forma de una invasión militar extranjera o de alguna fantasía similar.
Así es como los acomodados que hicieron del ‘interinato’ en el exilio un modus vivendi, junto a sus «influencers», van sembrando la idea de que está bien, «tal vez, a lo mejor» habría que votar, pero hacerlo durante la pandemia es irresponsable. Agotados sus argumentos previos, que se reducen a la inacción y la nada, plantean cínicamente que la salud del pueblo es lo que les preocupa.
En contraste, quienes estamos convencidos de que el cambio es con la gente, no contra la gente, de que es con la participación de los venezolanos, no con el secuestro de la participación en pro de una élite, que es por la vía democrática y venezolanista, y no por la invasión militar extranjera, insistimos en la importancia de organizar elecciones, incluso en las circunstancias actuales, para que sea la voz del pueblo -esa que temen tanto de lado y lado- la que decida el destino de Venezuela y ofrezca una luz al final del túnel a tantos años de oscuridad.
Como se creen medio gringos, y proponen la democracia estadounidense como modelo a seguir, veamos qué está pasando en el Norte, donde hay elecciones presidenciales el 3 de noviembre, llueve, truene o relampaguee… «Es distinto», desde ya se oyen los chillidos basados en la ‘inferioridad’ de nuestra raza y la ‘superioridad’ de aquel sistema pristino. Pero, veamos qué pasa hoy en el país que se ha convertido en uno de los epicentros más graves de la pandemia…
Lo primero: las elecciones no son solamente las elecciones, sino todo lo que viene antes, en particular el proceso de primarias de ambos partidos, el Demócrata y el Republicano. ¿Qué ha pasado con eso? A pesar de los retos de sostener primarias en un ambiente de pandemia, y seguramente debido a la importancia de estas elecciones debido a la crisis generada, precisamente, por la pandemia, la participación en los procesos de primarias han roto todos los records. «¡Pero no se vale!», dirían aquí. Pero sí se vale y nadie en EEUU se atrevería a decir lo contrario ni a defender desde los medios esa tesis absurda (la excepción a la regla, su líder amado, el actual ocupante de la Casa Blanca, quien se ha encargado de sembrar dudas sobre los resultados y se rehúsa a decir que aceptará los resultados).
Otro componente fundamental es la recaudación de fondos para la campaña. Aquí, también, y pese a la pandemia, se han roto todos los records.
En una elección que representa el mayor reto en un siglo, según el New York Times, y a pesar de obstáculos institucionales y reglas torcidas (sí, allá también las hay) que restringen el derecho al voto de amplios sectores de la población, ya los niveles de participación en las primarias y de recaudación de fondos del partido Demócrata superan los niveles de 2016 y se acercan a los niveles de la campaña histórica de Barack Obama en 2008.
Los datos sugieren que esa energía de participación pudiera presagiar niveles de votación significativos en la elección general de noviembre. También evidencian que el entusiasmo no se limita a los Demócratas. También los Republicanos han redoblado la participación y la recaudación de fondos.
Por supuesto, en EEUU hay mecanismos que facilitan la votación en ausencia, pero la participación no se limita a estos.
Quizás los pregoneros venezolanos de la abstención pidan también que se suspendan las elecciones en Estados Unidos. Después de todo, el riesgo de perder la beca con un resultado adverso es, si bien no definitivo, patente.
Una elección no es algo trivial, sino un aspecto fundamental de la democracia. No es algo que sencillamente se «deja para después» o se suspende del todo porque más sabe un grupito pequeño que 19 millones de venezolanos inscritos en el Registro Electoral.
Decíamos la semana pasada que «de aquí a diciembre nos tocará evaluar, como sociedad, el avance o retroceso del coronavirus y su impacto en una convocatoria electoral, pero decir hoy, a seis meses de la cita, que hay que desmontar todo y no hacer nada es irresponsable y sólo sirve para justificar la narrativa de un grupo que ha hecho de la inacción y el secuestro de la participación su bandera». Hoy lo reiteramos.
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