
La Palma
108 – 22 de septiembre de 2020
Mi comentario de hoy
Demos el paso
El cambio es un clamor nacional. Por eso cuesta entender que haya grupos tan interesados en que todo se quede como está. Sabemos, por supuesto, que esa actitud no es de gratis, sino que se desprende del deseo de conservar privilegios, los del gobierno, que ha concentrado el poder durante veinte años, y los de un sector de la oposición, en la forma de la beca que reciben a cambio de asumirse gustosos como funcionarios de otros países y entregarles nuestros recursos. Sabemos, también, que en la resistencia al cambio juegan la mezquindad y el sectarismo de siempre, la superioridad moral que se abrogan grupitos llenos de miserias.
Pero allí está, el deseo de cambio. En los millones de venezolanos que viven la crisis, la peor de nuestra historia. En los que, entre la destrucción de PDVSA y las sanciones, no consiguen gasolina ni bombonas de gas; entre quienes hacen maromas para sobrevivir ante el colapso de los servicios públicos; entre quienes buscan cómo resolver ante la falta de transporte colectivo.
Ya está bueno. Atrevámonos a dar el paso por el cambio, por un cambio para bien, sustentado no en la venganza sino en la reconciliación, no en la división ni en la segregación sino en la determinación de unir al país para sacarlo adelante.
En teoría son unos tigres. Hablan de la necesidad ‘estratégica’ de incorporar a la disidencia, pero si alguien se atreve a dar el paso lo denuncian y se tapan la nariz. Para esos, la ‘incorporación’ es sinónimo de subordinación. Para nosotros no. Estamos convencidos, más allá de lo ‘estratégico’, de que Venezuela sólo saldrá adelante con el concurso de todos y con el pacto del común.
Demos el paso, rompamos la incercia. Venezuela no merece veinte años más del mismo ping pong de odios. El 6 de diciembre representa, en buena medida, una oportunidad para dar el paso. Otros prefieren que nos quedemos estancados porque representan el status quo. Y es que la construcción de ese cambio, dar ese paso, no es una tarea cómoda, a pesar del clamor. Es, al contrario, una tarea titánica, contracorriente, enfrentada a mil intereses inconfesables. Pero es nuestra convicción, y siempre pondremos nuestras convicciones por encima de nuestras conveniencias, siempre el interés de Venezuela sobre los intereses particulares, mezquinos, que animan el «¡dejen todo como está!». No se trata de qué va a pasar con el liderazgo de fulano, ni de cuidarle el futuro político a mengano, sino de salvar a Venezuela. ¡Hasta cuándo!
Vamos, pues, demos el paso, que no hay tiempo que perder. Hagámoslo, por Venezuela.
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La polarización extrema ha significado la cooptación de los principales medios de comunicación. La Palma es un espacio que ofrece una visión crítica detrás de algunos de los principales titulares diarios, en un formato sucinto.
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