
La Palma
076 – 22 de junio de 2020
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La polarización extrema ha significado la cooptación de los principales medios de comunicación. Este espacio ofrece una visión crítica detrás de algunos de los principales titulares diarios, en un formato sucinto.
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Mi comentario de hoy
La promoción del voto y la responsabilidad ciudadana
Hay que promover el voto y advertir sobre la inutilidad de la abstención, pero una cosa es promover el voto y otra es perder el tiempo ante esta arrogancia perdonavidas de quien se cruza de brazos y dice «convénceme, pues». Un poco de responsabilidad ciudadana también es aconsejable entre gente adulta con criterio.
Nadie está negando que las condiciones son adversas ni pintando pajaritos de colores. El hecho cierto es que en Venezuela cuentan los votos -las presencias- y no la abstención -las ausencias-. Hay que luchar por garantías pero para poder cuidar los votos primero hay que tener los votos. Hay que votar.
Si usted, a pesar de los hechos, de la evidencia de estos dos años y de las experiencias previas (por ejemplo, 2005), no quiere votar, no vote. Pero sepa que sólo logrará atornillar más esto.
Aquí somos todos adultos. Si usted quiere votar pero sólo se siente representado en el G4, presione a sus líderes para que participen y vote por ellos. No hay que indagar mucho ni es secreto sumarial que factores del G4 tienen tarjetas habilitadas para participar, como lo hicieron solapadamente en las elecciones municipales.
De resto, los factores venezolanistas y democráticos comprometidos con la participación seguiremos promoviendo que la gente tenga la última palabra mediante el voto, exigiendo garantías, luchando por mejores condiciones, predicando las bondades de la solución electoral. Menos energía en los iluminados que se cruzan de brazos, que están más allá del bien y del mal, que no se mojan, mientras esgrimen su insincero «convénceme», y más esfuerzo en construir una alternativa electoral, popular, y una agenda legislativa para la inclusión, para el pluralismo y para los más vulnerables. Vamos, pues. No hay tiempo que perder.
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