La Palma | Nuevo CNE

La Palma

067 – 8 de junio de 2020

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La polarización extrema ha significado la cooptación de los principales medios de comunicación. Este espacio ofrece una visión crítica detrás de algunos de los principales titulares diarios, en un formato sucinto.

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Mi comentario de hoy

Nuevo CNE

La designación del nuevo CNE por parte del TSJ no es ideal. Pero la AN no lo iba a hacer, esa es la verdad. No existen los dos tercios para su designación y hay elecciones este año, por lo cual cambiar el CNE se hace ya o vamos con el que hay ahora, que a nadie satisface.

Por años, ¡años!, distintos sectores urgieron a los diputados a designar un nuevo CNE. No lo hicieron porque no estaba en su agenda, porque votar no encaja en sus opciones sobre y debajo de la mesa. La no-designación del CNE por parte de un grupo de parlamentarios es parte del plan para justificar la política abstencionista a modo de profecía auto cumplida por diseño. De modo que el fingimiento de indignación les queda muy mal.

Otros son, al menos, más sinceros. «La vía electoral para resolver la crisis venezolana estaba totalmente cerrada incluso antes de la reciente decisión del TSJ de Maduro declarando omisión legislativa por parte de la AN respecto al nombramiento de los rectores del CNE», dice Ramón Muchacho en su editorial de hoy. Es decir, la cosa no es cómo se designen los rectores, ni quiénes son los rectores, sino que quienes se reunen en el G4 sencillamente están cerrados a lo electoral, entregados a la tutela y a la aventura. El valor del voto, erosionado por la desconfianza que genera el actual CNE, terminó degradándose aun más con la estrategia del G4 de convertir la abstención en un valor «moral», y votar en algo «sucio».

De hecho, ojalá el G4 creyera en la vía electoral para poder decirle a sus defensores “si le gusta el G4, vote por el G4 y listo”. Pero no.

De resto, en lugar de ver cómo la exclusión y el no-reconocimiento del que no les baja la cabeza llevó en parte a todo esto, redoblan en sus esfuerzos por decir, a la Luis XIV, “la oposición soy yo” además como si eso importara o fuese el fin último de su actividad política. Quienes se quedan pegados en esta postura ignoran el tamaño de la tarea que los venezolanos esperan de su liderazgo y que va mucho más allá de ser quien más grite o quien más repita que Maduro es malo.

Desde aquí, hacemos votos por un nuevo CNE que se dé a la tarea de recuperar la confianza en el voto. Por nuestra parte, seguiremos exigiendo garantías electorales para darle la última palabra a los venezolanos. Esa es, y siempre ha sido, nuestra única agenda.

Este no es el fin del cuento. Cuando pase la humareda, podremos evaluar como corresponde la importancia de tener nuevas autoridades electorales y representación proporcional, que son dos banderas en las que llevamos meses insistiendo.

Termino por hoy con este mensaje que publiqué el viernes:

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