
La Palma
056 – 20 de mayo de 2020
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La polarización extrema ha significado la cooptación de los principales medios de comunicación. Este espacio ofrece una visión crítica detrás de algunos de los principales titulares diarios, en un formato sucinto.
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Mi comentario de hoy
Infeliz aniversario: A dos años de la abstención
Hoy se cumplen dos años de la abstención electoral que marcó el proceso presidencial de 2018. Hace dos años, los partidos del G4 prometieron que si la gente no votaba, Maduro saldría del poder inmediatamente. Dos años después, Maduro sigue en el poder y Venezuela se encuentra en la situación más difícil de su historia reciente.
La abstención fue una estafa. Sin hacer un recuento exhaustivo, huelga decir que privó la mezquindad, el «si no soy yo no es nadie». Engañaron al país. No faltaron voces que advirtiéramos el desenlace y la experiencia de 2005 debió ser suficiente para no lanzar al país por esa locura. Pero no. Se impuso el sectarismo y los intereses de un grupito.
La abstención no funcionó. Allí sigue Maduro. Y, peor, el daño que produjo en la valoración del voto y de la democracia misma será difícil revertirlo de cara a los procesos electorales que vienen y a la construcción de la democracia futura.
Hay quienes piden pasar la página, pero no se puede pasar la página mientras se insista en el error. A dos años de la abstención y el fracaso de la estrategia neo-salidista que prometió el cambio inmediato, la soberbia de quienes «nunca se equivocan» sigue apostando a los atajos, enamorados ahora de las sanciones bajo el supuesto de que ‘castigar’ al pueblo los llevará en hombros a Miraflores, producto de un pueblo harto que se rebelará contra el gobierno. Y no.
Basta de engaños. Sólo la construcción de un movimiento popular amplio, participativo y democrático puede impulsar el cambio. Para ello urge rescatar el valor del voto y volver al cauce democrático. Abandonar las aventuras de la conspiración y la indignidad de las sanciones y llamados a intervención militar extranjera es fundamental en la tarea de lograr el cambio que, como hemos dicho, debe impulsarse siempre con la gente, no contra la gente.
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