
La Palma
060 – 26 de mayo de 2020
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La polarización extrema ha significado la cooptación de los principales medios de comunicación. Este espacio ofrece una visión crítica detrás de algunos de los principales titulares diarios, en un formato sucinto.
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Mi comentario de hoy
Judicializar la política solo agrava la polarización
Innecesario y torpe judicializar el conflicto con Voluntad Popular por parte de elementos del gobierno. ¿A quién le habla el Fiscal cuando pide aclarar si VP es una organización terrorista? No pareciera que a VP, sino a las bases duras de cierto sector del chavismo, que ven al gobierno denunciar conspiraciones, invasiones y golpes sin que haya castigo para los responsables. En ese sentido, no hace sino reforzar el ciclo perverso de la polarización, apelando a una medida que le deje claro a los «duros» del oficialismo que no se están dejando «tocar la carita». Es un error y está mal.
VP ha sido responsable de muchos de los errores que ha cometido un sector de la oposición venezolana en los últimos años, pero eso no justifica una persecución judicial. La Salida, la abstención, las sanciones, el flirteo con «todas las opciones» sobre y debajo de la mesa, la situación de CITGO, y un largo etcétera, son parte del pasivo de VP y nos han alejado del cambio cierto mientras fortalecen al chavismo. Todo esto, vale acotar, mientras el partido mismo se reduce, se hace más pequeño y conservador. Por lo cual, incluso desde la propia lógica del oficialismo, resulta difícil entender que el empeño por satisfacer a las gradas valga más que martirizar a VP.
Objetará algún lector que las actividades de VP ameritarían alguna medida judicial en cualquier otro país. Pero no estamos en «cualquier otro país». La actuación de VP hay que entenderla en el contexto de un país sometido a la fuerza centrífuga de la polarización y de una comunidad política en guerra, una guerra existencial. Eso no justifica sus errores, pero los errores políticos -y las posturas políticas en general- se dirimen en el terreno político.
Desde esta tribuna, reiteramos el llamado que hemos hecho mil veces: ¡Urge volver a la política! Si generalmente lo hacemos refiriéndonos a la necesidad de abandonar la aventura y volver al encuentro de la gente, hoy también aplica para abandonar la noción de ‘deporte de sangre’, la persecución y la judicialización en pro del diálogo, del conflicto constructivo y, como insistíamos ayer, de darle la última palabra al pueblo a través de la participación popular y el sufragio.
En Voluntad Popular hay gente buena, comprometida con Venezuela. La hay, lo hemos dicho, en todos los partidos. Conozco el empeño de sus bases, las convicciones que los animan; también las críticas que en privado hacen muchos a la ruta que su directiva ha asumido en público. Para con ellos, mi solidaridad. No la solidaridad automática de quien comparte una política extraviada, sino la de quien, desde la diferencia, reconoce su lucha y su derecho a la participación y la libre asociación.
«¿Y dónde quedan Gedeón, el 30A y los otros episodios?» podría protestar algún lector. La manera de resolver estos y otros temas no son a través de la proscripción, sino del diálogo, del entendimiento y el acuerdo entre venezolanos. Eso pasa por el reconocimiento del contrario y por quebrarle las patas a la polarización extrema que nos encierra en el dogma y erosiona la democracia pretendiendo segregarnos en dos bandos irreconciliables. El anuncio de estas medidas contra VP, lejos de contribuir a la resolución de la crisis, profundiza la polarización, la sube en un pedestal, y en un intento por aplacar a las bases duras del oficialismo solo termina reforzando el autoritarismo y alejándonos de la única ruta clara para salir de la crisis y atender el reclamo ciudadano: la participación política.
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