La Palma | Pensar la post-pandemia

La Palma

053 – 15 de mayo de 2020

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La polarización extrema ha significado la cooptación de los principales medios de comunicación. Este espacio ofrece una visión crítica detrás de algunos de los principales titulares diarios, en un formato sucinto.

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Mi comentario de hoy

Pensar la post-pandemia

Cada día queda más claro que no volveremos a la normalidad cuando termine la pandemia. Al menos, no a la normalidad a la que estábamos acostumbrados, sino que nos encaminamos hacia una nueva normalidad.

Pensar la post-pandemia es imperativo. ¿Qué tipo de mundo nos espera? ¿Qué tipo de economía? ¿Qué tipo de país? Los retos son de primer orden. En Estados Unidos, el NYT reporta que 36.5 millones de personas han solicitado beneficios por desempleo. ¡36.5 millones! Una cifra alarmante que supera, con creces, la población de toda Venezuela.

Los científicos ya trabajan en distintos escenarios. En The Atlantic, la profesora de Harvard Julia Marcus habla de la «fatiga de cuarentena» y compara la pandemia del Covid-19 con la epidemia del Sida en los años 80, para proponer, en lugar de un «todo o nada» en la contención del riesgo, un manual para vivir con ella. En el NYT, Marty Makary de la Johns Hopkins debate cómo reabrir el país sin sacrificar la salud de la población, afirmando que el «quédate en casa» cumplió una etapa importante, pero que hace falta ir más allá. «En la medida en que han evolucionado las circunstancias», escribe, «también lo ha hecho mi manera de pensar». De eso se trata la ciencia.

Pero no son solo los científicos quienes deben pensar en lo que viene. Es fundamental que el liderazgo político pondere el mundo post-pandemia en todas sus dimensiones, más allá de cómo reabrir las sociedades.

En Venezuela, donde la cuarentena sigue siendo urgente ante la precariedad del sistema de salud y la falta de gasolina, implica construir un gran acuerdo nacional para analizar lo que viene y construir un panorama lo más alentador posible para la ciudadanía. Que la Venezuela que viene no sea aun más desigual y más precaria depende, en gran medida, de lo que el liderazgo haga asertivamente y con el concurso de todos. De esto puede salir una Venezuela más solidaria, más incluyente, más integrada, solo si trabajamos juntos.

-La vacuna

A propósito de algún ruido noticioso sobre el tema, insistimos: en la vacuna contra el Covid-19 debe privar una lógica de humanidad, no la lógica del capital.

-La gasolina

La gente demanda gasolina. Los venezolanos no le ven la etiqueta a la gasolina para ver de dónde viene. Ante el bloqueo y las sanciones, que estén en camino tanqueros iraníes es una buena noticia. Es cínica la reacción de los promotores de la abstención quienes, cual Pierre Nodoyuna, se frustran y asombran cuando Venezuela busca maneras de darle la vuelta al bloqueo para satisfacer las necesidades. Hostigan a países vecinos, como Trinidad y Tobago, amenazan, proponen acciones navales. La gente quiere gasolina y por las sanciones pareciera que solo Irán está dispuesta a venderla. ¿Qué hacemos pues? Sobre este tema se puede escribir largo: la erosión de las relaciones con nuestro principal socio comercial bajo el gobierno de Chávez, el intento por construir nuevas relaciones, la destrucción de la industria petrolera a manos de la corrupción, la partidización y la impericia, la promoción de sanciones… Será para otra oportunidad.

-Agencia de propaganda

El diario de Miguel Otero Silva, aquel grande, convertido en agencia de propaganda y palangrismo. El Nacional se lanza hoy una nota mercenaria, sin firma, cuyo titular y cuerpo desfiguran las declaraciones de Claudio Fermín en el programa Vladimir a la 1 el día de ayer. El compromiso de este periódico con el ‘interinato’ es patente, recordemos que en sus instalaciones se realizó la ficción inconstitucional de simulacro de AN hace algunos meses, y sirve a menudo de comando de campaña del G4. Si bien un medio puede tener compromisos, esto no le impide apegarse a la ética y, precisamente, la falta de ética de quienes malponen el legado de los fundadores de El Nacional es lamentable. ¿Qué buscan? Obviamente, suprimir el disenso, inhibir la opinión disidente, que la gente se lo piense dos veces antes de opinar, por los ‘costos’ de contrariar a una poderosa maquinaria. Eso funcionará con otros, jamás con quienes ponemos nuestras convicciones por encima de nuestras conveniencias. Afortunadamente, las redes sociales y la web ofrecen hoy la oportunidad de obtener de primera mano la información, sin el filtro ni intermediación de intereses de sectores cuyas agendas son claras. Y si se quiere ir más allá de la información oficial, basta con ver el programa o con leer las notas publicadas en El Impulso, Panorama y otros diarios que en este respecto se ajustan a la misión de un medio de comunicación y no pretenden ser agencia de propaganda.

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